Los amigos personales de Bill Clínton, coordinados por su esposa, Hillary, lanzaron ayer una contraofensiva en el escándalo de la becaria. Monica Lewinsky, dijeron, es una fantasiosa que se ha inventado la historia de sus amoríos con un Clinton que tan sólo le ofreció un cariño paternal. Pero mientras seguía negociando con el abogado de Lewinsky, el fiscal independiente Kenneth Starr buscaba el presunto testigo de un encuentro sexual en plena Casa Blanca entre Clinton y la joven de 24 años. Starr, según informó la cadena ABC, está a punto de disponer de un testigo explosivo.
Se trata de alguien del Servicio Secreto o del gabinete presidencial que, según ABC, descubrió en la primavera de 1996 a Clinton y Lewinsky en "un encuentro íntimo en una zona privada de la Casa Blanca". Tras el incidente, Lewinsky fue trasladada al Pentágono.Ese testigo, según la cadena televisiva, podría dar el golpe definitivo a la versión declarada bajo juramento por Clinton de que no tuvo relaciones sexuales con la que fue becaria y luego empleada de la Casa Blanca. Una versión que Lewinsky también confirmó en una declaración jurada por escrito, pero que, según su defensa, está dispuesta a cambiar si Starr le ofrece plena inmunidad.
"Nos estamos muriendo por decir toda la verdad", dijo ayer William Ginsburg, el abogado de Lewinsky. "Pero mientras sobre mi cliente pese la amenaza de una acusación, tiene todo el derecho a no incriminarse a sí misma", añadió. Las negociaciones entre Starr y Ginsburg continuaban en Washington por tercer día consecutivo.
Ann Lewis, directora de Comunicación de la Casa Blanca, James Carville, que fue director de su primera campaña presidencial, y otros amigos de Clinton dieron ayer la cara por él en las cadenas de televisión, antes de que éstas se enfrascaran en el Superbowl, el gran acontecimiento deportivo y televisivo del año. Reiteraron que el presidente niega todas las acusaciones y Carville le declaró "la guerra" a Starr: "Los amigos del presidente estamos asqueados por sus tácticas; vamos a luchar y vamos a hacerlo muy duramente".
Clinton, según la Casa Blanca, no piensa volver a hablar en público del caso antes del discurso que mañana debe pronunciar en el Congreso sobre el Estado de la Unión, pero Hillary concederá antes una entrevista televisada de difusión nacional.
La esposa del presidente está furiosa con el abogado de su marido en el caso Paula Jones, Robert Bennett. Piensa que Bennett debería haber llegado a un acuerdo privado con la mujer que acusa a Clinton de acoso sexual. Hillary ha convocado en la Casa Blanca a la vieja guardia de Clinton, incluidos CarvIlle, Mikey Kantor, abogado y ex secretario de Comercio, y Harold lckes, ex número dos de su gabinete.
The Washington Post informó ayer que Clinton ha reconocido a varios amigos que tuvo "una relación estrecha" con Lewinsky, pero no sexual. Los dos, según el presidente, hablaban mucho de sus respectivas infancias turbulentas: hija de padres divorciados ella; hijo de padre alcohólico él. Ese periódico citó a personas proximas a Clinton asegurando que Lewinsky fantasea y se inventa sus amoríos.
La Casa Blanca rechazó con enfado la idea de que Clinton está considerando su dimisión. El presidente, según sus portavoces, trabaja en el discurso del martes y sigue de cerca la "preocupante situación en Irak".
Las encuestas difundidas durante el fin de semana confirmaron que Clinton ha perdido en pocos días 10 puntos en sus elevados índices de popularidad, y no consigue que le crean la mayoría de sus compatriotas. Leon Panetta, un prominente miembro del Partido Demócrata y jefe de gabinete de Clinton en la época en que se incorporó al mismo Lewinsky, dijo el sábado que si las acusaciones son verdad "lo mejor sería que Al Gore se convirtiera en presidente".
El fiscal Starr ha convocado mañana a comparecer ante un gran jurado a Vernon Jordan, el amigo y abogado de Clinton relacionado con el caso Lewinsky, y a funcionarios de la Casa Blanca y el Pentágono. El escándalo apasiona a los norteamericanos y algunos medios, como hizo el sábado el sensacionalista The Washington Times, hablan claramente de la posibilidad de que Clinton sea clínicamente un "obseso sexual".
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